Descripción
Si bien las rutinas de limpieza, hidratación y protección solar actúan directamente sobre la epidermis, el yoga y la meditación trabajan desde el interior, abordando factores clave que influyen significativamente en la salud y apariencia de nuestra piel.
El yoga, a través de sus posturas (asanas), estimula la circulación sanguínea y linfática. Este aumento del flujo sanguíneo lleva más oxígeno y nutrientes a las células de la piel, promoviendo su regeneración, luminosidad y un tono más uniforme. Además, ciertas posturas ayudan a liberar toxinas del cuerpo, lo que se refleja en una piel más limpia y menos propensa a brotes. La reducción del estrés, uno de los principales beneficios del yoga, también tiene un impacto directo en la piel, disminuyendo la producción de cortisol, hormona relacionada con el envejecimiento prematuro y problemas cutáneos como el acné.